La vida es bella, El niño con el pijama de rayas, La ola, American History X, La vida de los otros, EL creyente, Malditos Bastardos, El gran dictador...
Nunca tuve la ocasión de visitar Berlín, así que la conocía solo por las películas sobretodo y por lo que leía sobre ella, tanto en actualidad como por su historia.
Así que este verano con mis amigos decidimos planificar un viaje que nos dejaría huella: BERLIN EN DICIEMBRE.
Y no huella por el frío que pasamos... que fue horrible. Acostumbrada al clima mediterráneo, Alemania en pleno mes navideño resulta todo un reto para personas frioleras como yo.
Bien equipados: camisetas y mallas térmicas, jersey de lana, anorak decente e impermeable con capucha, gorros, bufandas, guantes, calcetines gordos... Nos subíamos a un avión rumbo a la capital alemana con una ilusión algo especial. Y es que viajar con amigos, pero con amigos de verdad, es muy gratificante, una apuesta segura por la diversión, la aventura y la amistad.
Al venir cada uno de una ciudad distinta optamos por encontrarnos en un bar por la noche tomando un cocktail, en el centro berlinés. Realmente curioso.
La llegada a Berlín resultó escandalosamente fría y desordenada. El vuelo bueno, puntual.
Al abrirse las compuertas del avión el frío impactó contra nosotros de forma que cortaba la respiración y más con lo poco acostumbrados que estamos en Barcelona a dicho helor. Así que bien abrigados nos dispusimos a llegar a Rosenthaler Platz, cerca de Alexander Platz. Y todavía doy a gracias a aquel malagueño, afincado en Alemania que vino a recoger a su novia para pasar una semana con ella...Pues las vías de los trenes que nos llevaban a nuestro hotel están cortadas a mitad de camino y tuvimos que cambiar de tren en varias ocasiones. Si no fuera por aquel rubio malagueño con sangre alemana, todavía estaríamos perdidos entre las vías de aquellos trenes.
Llegada al hotel.
Primera vez que escogíamos un hotel como ese. Básico. Pequeño, muy pequeño, 12 metros cuadrados en el que todo era cama, por lo que la cama era bastante enorme. Sin armarios. Un lavabo que se convertía en ducha. Y extremadamente calentito. Muy calentito. Y céntrico. Muy céntrico.
Así que en resumidas cuentas, una buena elección.
Esa misma noche, mientras no llegaban mis amigos que llegaron al día siguiente, decidimos salir a pasear, no porque el tiempo invitara a ello, sino por las ganas de caminar por Berlín y por comer algo caliente.
DIA 1.
Al día siguiente, bien abrigados y recién desayunados decidimos ponernos en marcha y olvidarnos de que existían unos autobuses que recorren la ciudad para una primera toma de contacto, nos pusimos a caminar y a adentrarnos entre las calles y la gente.
Ese día caminamos lo que no está escrito... Sin pensar en todo lo que caminaríamos con la llegada de nuestros amigos a la ciudad, que no fue poco.
Paseamos por plazas ambientadas con mercadillos navideños. Tuvimos ocasión de probar el vino caliente: Glühwein. Allí es todo un éxito. Para mi no lo fue tanto. Concretamente en Breitscheidplatz. Cientos de tienditas donde vendían comida: salchichas de todos tipos, galletas, caramelos, pastitas...
Fuimos caminando por la Ku'damm, avenida totalmente comercial donde se encuentran los grandes almacenes KADEWE. Algo que hay que visitar pero no de forma obligada porque recuerda totalmente a los grandes almacenes que ya tenemos aquí: vistos unos, vistos casi todos.
Nos adentramos en el Tiergarten. Parque de 250 hectáreas ubicado en el centro de Berlín, siendo el pulmón de la ciudad, además de uno de los parques más grandes de Europa.
Al ser Diciembre no estaba nada verde, sino todo seco y con las hojas en el suelo, lo que le daba un aire muy bucólico y cierto punto tétrico.
Un jardín con un paseo muy bonito y recomendable que inicia su recorrido en la Columna de la Victoria que se alza de forma imponente. con 69m de altura, arriba se encuentra el enorme ángel dorado de alas extendidas con una lanza y una corona de laurel. En el otro extremo del paseo se encuentra la Puerta de Brandenburgo.
Muertos de frío y hartos de caminar, ya eran las 16'00h. Decidimos acabar nuestra excursión en el Sony Center, Postdamer Platz, y buscar algo de comer. Así lo hicimos. Comimos, descansamos que lo necesitábamos y entramos en calor.
Paseamos algo más por las plazas con la excusa de llegar al hotel a descansar para luego salir a cenar y a esperar a nuestros amigos. Así lo hicimos.
El cansancio hizo que pudiéramos dormir una siesta de media tarde más que merecida.
Cenamos y llegaron, por fin, así que estuvimos en un bar algo alternativo tomando cervezas y cocktails.
DIA 2.
El día siguiente volvió a ser gris, frío y lluvioso. Pero las ganas de los siete hicieron que a las 9 de la mañana ya estuviéramos en la recepción abrigados, con nuestras mochilas listas y con ganas de Berlín.
Ese día llovía.
El primer punto que visitamos fue Alexander Platz, donde los que no vinieron lo suficientemente preparados se compraron gorros para el frío... Y ahí mismo nos encontramos con el
Fernsehturm, o Torre de la Televisión. Es la estructura más alta de Alemania, con 368m de altura. Así que subimos y contemplamos una bonita panorámica de Berlín.
Proseguimos caminando por la zona, Marienkirche, fuente de Neptunbrunnen y Rotes Rathaus, ayuntamiento cuya fachada es completamente roja.
El paseo nos llevo a la tan conocida Isla de Los Museos, pero no entramos en ninguno. Enfrente pudimos ver la Catedral de Berlín.
Al poco de caminar pudimos contemplar el imponente y conmovedor monumento antibelicista Neue Wache, cuyo interior está presidido únicamente por una escultura de una madre con su hijo soldado fallecido en brazos.
Admiramos por unos minutos la Puerta de Brandenburgo y al cruzarla llegamos al Parlamento Alemán.
Llegada al Reichstag.
Importante para visitarlo, hacer preserva de visita con 2 días de antelación, máximo 3. Indicando número de turistas y sus datos personales. Solo así se puede acceder al Reichstag. Muchos turistas no lo lo hacen y se les niega el acceso.
Cómo reservar Visita a la cúpula o Reichstag completo.
Una vez hecha la reserva, os piden nombre y apellidos de todos los visitantes y fecha de nacimiento. Por lo que no solicitan DNI y puede hacerlo uno mismo en nombre de todos.
Una vez entregamos los DNI para que contrastaran que figurábamos en la lista de visitantes, pasamos por los controles de seguridad. Tuvimos que esperar a que una mujer nos llevara a las puerta del Reichstag que solo se abrieron una vez estábamos todos y cuando ella dió la señal.
Allí la seguridad es infinita.
Nos dieron una audioguía en español, sincronizada según andábamos a través de la cúpula.
Interesante finalizar la visita con la exposición que hay a los pies de la cúpula de fotografías reales.
Otra vez con el frío calado en los huesos y con tormenta encima nos dirigimos a Postdammer Platz a comer y a entrar en calor.
Al ser Navidad, Postdamer Platz estaba de lo más navideña que uno pueda imaginarse. El frío es la mejor excusa para comer una crepe de Nutella, una salchicha gigante acompañada de un pedacito de pan..Incluso pudimos ver hogueras improvisadas.
Gracias al helor propio de Diciembre y a las fechas en las que nos encontrábamos los alemanes colocan en medio de la plaza una rampa impresionante de nieve-hielo por la que por unos pocos euros uno puede descargar adrenalina, echar unas risas y entrar en calor bajando por ella montado en un donut gigante.
Sí. Repetimos.
Y sí. Nos quedamos con ganas de más, como niños pequeños. Bajamos de dos en dos, de tres en tres...
Paseamos por los alrededores.
Nos acercamos a la Filarmónica de Berlín y seguimos paseando.
El frío y el cansacio fueron la excusa perfecta para que a media tarde el único afán por caminar fuese ir en busca de un buen bar, lo suficientemente atractivo para poder tomar las cervezas alemanas que te pida el cuerpo.
Nos adentramos por las callejuelas en dirección Eberswalder Strasse.
En primer momento la primera y surrealista cerveza que pudimos tomarnos fue en un sitio inimaginable. Accedimos a un lugar lleno de graffitis, algo oscuro, desolado y con puertas grandes metálicas. Accedimos a través de una ellas, después de subir una escaleras, sin saber a donde nos llevaba, a una auténtica escuela de ballet, donde al son de un piano y de unas bailarinas nos invitaron a tomar algo con ellos en el centro de la sala, justo al lado del cristal donde ellas, las bailarinas, hacían sus tan peculiares movimientos.
Nos fuimos. La sala se empezó a llenar de bailarines que ensayaban, calentaban... Sobrábamos.
Seguimos caminando y llegamos a Prenzlauer Berg, habían un montón de bares, siendo ésto uno de los barrios de moda de Berlín.
Nos quedamos en uno que tenía mesas muy acogedoras, algo alternativo, con Wifi gratis y con cervezas alemas, que eso era lo importante.
Un par de datos curiosos:
había gente haciendo ganchillo mientras se tomaban sus cafés, como quien juega una partida de Mus.
Pudimos comprobar la imagen que tenemos los españoles cuando sus cervezas empiezan a hacer efectos sobre nosotros con un cartel justo en la barra del bar en el que se especificaban las normas a seguir para cualquier turista como nosotros: NO CORRO, NO GRITO, NO EMPUJO, y añadido a mano más cutremente: NO SMOKO. Merecida mención tienen los dibujos que acompañan el texto. Cabe decir que en los bares de Berlín, a diferencia de aquí, se permite fumar.
Finalmente decimos cenar por ese barrio, ya que habían muchos restaurantes para escoger.
La idea era tomar algo después de cenar en la
Kulturbrauerei, antigua fábrica de cerveza que a su vez en bar-disco y nos habían dicho que era interesante. Llegamos y realmente fue un chasco porque no había nadie y el lugar tampoco era muy auténtico. Nos hacían pagar, pero les dijimos que éramos siete personas y veníamos a ver qué tal se estaba. El chico nos perdonó la entrada, seguramente porque más bien le hacíamos nosotros el favor a ellos, ya que estaba más bien vacío. Quizás porque fuimos entre semana. Yo no volvería a ir, pero es cierto que sale en las guías y lo recomiendan.
Acabamos tomando algo en otro bar de alrededores rumbo a casa, caminando a Rosenthaler Platz y de bajada se tardaban quince minutos.
DIA 3.
Un guía español nos recorrió todo Berlín, caminando durante más de cuatro frías horas con explicación de cada enclave, tanto histórico, actual, curiosidades varias... El precio lo pone cada uno de nosotros. Se le da al final lo que cada uno estima o considera oportuno.
Muy pero que muy recomendable. Nosotros estuvimos encantadísimos.
La Ruta
Puerta de Brandenburgo, Monumento del Holocausto, Muro de Berlín, CheckpointCharlie, Bebel Platz, Isla de los Museos o Pergamonmuseum, Berliner Dom, Gendarmenmarkt, pasear por encima del Búnquer de Hitler, Pariser Platz, Rotes Rathaus, Reichstag...
Todo con explicaciones más que enriquecedoras y con un conocimiento total sobre la materia. Desde historia pura de cómo sucedieron los hechos que contaba, hasta historias personales de experiencias vividas por personas en el pasado...
Una experiencia para repetir en cualquier otra ciudad europea en la que nos encontremos.
El tour acabó a las 17'30h, así que el cuerpo volvía a pedir cervezas y cobijo ante el penetrante helor que acechaba, amenizado, como no, con lluvia. Preguntamos al mismo guía donde ir a tomar algo y nos recomendó sitios realmente interesantes y alternativos que en España no veríamos de forma tan normal. Cinema Bar ubicado en HackesherMarkt y otros.
También nos recomendó un sitio 100% alemán, donde comer comida 100% alemana: restaurante taberna
Max und Moritz.En Oranien Strasse, 162.
Donde quien quiso pudo probar gustosamente el tan conocido Codillo alemán. En los alrededores muchos bares para ir tomando algo antes de cenar realmente interesantes.
Después de cenar, seguimos en Oranien Sstrasse, ya que no nos desviábamos en ningún momento de la parada de metro Moritz Platz, y entramos en otro bar a tomar unas piñas coladas o unos cubatas de ron y a comentar todo lo que habíamos visto durante el día y aprendido.
Planificamos al día siguiente una visita a un campo de concentración.
DIA 4.
Esta vez un guía de habla hispana nos llevó a
Sachsenhausen: Campo de Concentración.
Aquí sí hay precio establecido, que se debe pagar al inicio del Tour, por la entrada al memorial: 15€ entrada, recorrido guiado y explicaciones, otra vez, expertas y con conocimiento máximo sobre la materia.
Importante. hay que llevar billete de metro ABC ya que se coge tren para llegar.
Visita recomendada. Solo si se tienen ganas de conocer y ver todo aquello ya que remueve las entrañas de cualquiera.
Visita profunda del campo de concentración, recorriendo todos y cada uno de los lugares que todavía se conservan y entrada al museo. El guía intenta no solo dar información detallada, sino respondeer a posibles dudas, que además él espera preguntas por nuestra parte, conclusiones, reflexiones interesantes...
Siempre se aprende de algo así. Curioso, pero normalmente después de visitar algo o después del Free Tour del día anterior recorriendo Berlín de cabo a rabo entre nosotros comentamos sobre lo que habíamos visitado, puntos de vista, semblantes...en bares o durante trayectos. Después de esta visita, con las entrañas removidas... nadie dijo absolutamente nada. Suficiente tuvimos con el guía, con las cuatro horas en el campo de concentración y con el terrible frío especial que allí hace con corrientes de aire aun más heladoras que hace de todo ese lugar algo más terrible si cabe.
Tras cuatro horas de visita en Sachsenhausen, volvimos a Berlin; el campo de concentración se encuentra a las afueras y hay que coger un tren.
Nos dirigimos a la East Side Gallery, (metro Warschauer Str.) la exposición de arte al aire libre más grande el mundo, 1'3km de muro de Berlín, el tramo del muro mejor conservado. En 1990 se convirtió en galería, cubierta por unos cien coloridos murales. Artistas internaciones plasmaron su forma de ver lo sucedido y alegría del momento histórico vivido.
De nuevo el frío empezó a hacer huella y nos dirigimos hacia la zona más alternativa y okupa de Berlín.
Buscamos un bar que nos habían recomendado, no fácil de encontrar: Supamolly, Jesner str. 41.
Bar alternativo por excelencia, con una decoración idónea para el ambiente que busca crear. De hecho la propia entrada al bar no invita a entrar.
Cervezas exquisitas y lo mejor de todo: una sala de conciertos clandestina en su época donde pudimos disfrutar de un concierto en directo de Jazz a manos de
Oncle Strongle. Así que primero tomamos algo en el bar antes de cenar, cenamos a la afueras y regresamos de nuevo para el concierto.
Más que buenísmo. Exquisito.
Disfrutamos de su música cerveza en mano, buena música y buena cerveza, hasta bien entrada la madrugada. Todo un gustazo para los sentidos. Además del lugar, tan especial, tan alternativo, tan auténtico.
Vuelta al hotel, en un metro que funciona de forma ininterrumpida y que conecta la ciudad a la perfección.
Dormir tres horas y de regreso al aeropuerto. El grupo volvió a separarse cada uno tomando vuelos con destinos distintos: Barcelona, Madrid... para luego desde Madrid en coche dirigirse hacía Bilbao o Burgos... hasta la próxima aventura juntos.
Me pasé todo el vuelo de vuelta dormida. No me enteré. Cerré los ojos en Berlín y los abrí en Barcelona.
Un ciudad increíble. Con una gente increíble. Con una historia impresionante. Con unos lugares fascinantes.
Un gran viaje.
Volveré. No sé cuando, más adelante, no me gusta repetir destinos, y menos de forma seguida. Solo hay uno que repetiría cada año y nada que ver con Berlín.
Berlín me dejó enamorada.
Peace, L*