jueves, 2 de febrero de 2012

Marruecos y los Riads.

Por fin fuimos a Marrakech, llevaba tiempo esperándolo, con ganas e ilusión. Así que nos embarcamos en la aventura marroquí desde la más de las autenticidades.
Y es que escoger alojamiento en Marruecos puede ser todo un acierto si decidimos alojarnos en un Riad. Claro está que también existen los hoteles, muchos de ellos de lujo, pero eso le quita encanto y experiencia al viaje, ya que uno puede dormir en un hotel de lujo siempre que lo desee (o sin lujos) pero dormir en un RIAD... sólo en Marruecos.
Una vez decidido el Riad, solo hay que escoger entre la gran oferta que existe, pero como en todo, hay que mirar bien dónde, las referencias y tener claro lo que queremos y lo que no para luego no llevarnos sorpresas.


¿Qué es un Riad?
Son casas tradicionales, donde antiguamente vivían familias marroquíes, aunténticas viviendas, remodeladas para uso turístico. Siempre mantienen la fachada original, por lo que la gran mayoría pasan inadvertidos entre las callejuelas laberínticas de Marrakech.
La palabra "dar" significa "casa", así la palabra "riad" además quiere decir "jardín", por lo que una vez abrimos la puerta del Riad, nos encontramos con la grata sorpresa de una pequeña terraza ajardinada, con plantas, agua incluso hasta piscinas.
Aparte del encanto propio que pueda tener un Riad, otra de las maravillas es su ubicación, pues se encuentran en la misma Medina, ciudad antigua de Marrakech, a diferencia de los hoteles que están a las afueras, en la parte nueva de la ciudad, que no tiene ningún tipo de atractivo turístico.
Estas casas suelen encontrarse tras "laberintear" mucho por la Medina, entre calles cada vez más estrechas siendo en ocasiones la puerta de entrada el final de un pequeño callejón sin salida. Abrir la puerta supone toda una experiencia porque tras dejar un sinfín de callejas, de gente, de idas y venidas, de comerciantes ofreciendo productos incluso a si mismos como guías para poder encontrar el Riad... nos encontramos con la paz, la tranquilidad, el silencio y la amabilidad que desde otro punto de vista tanto caracteriza a los marroquíes. La entrada seguida de un pequeño jardín, hace que uno pueda cambiar el chip y disfrutar de la relajación que ofrece.

Los edificios suelen ser cuadrados de dos o tres pisos con entre tres o seis habitaciones acondicionadas y preparadas para el descanso del viajero...

Nosotros nos alojamos en el Riad Dar Zaman, que recomendamos al 100% tanto por la restauración de la casa y su ubicación como por el trato ofrecido y el servicio excelente...
Nos contrataron el servicio de chófer para los traslados del aeropuerto al Riad, y menos mal porque uno puede tardar horas si escoge llegar por su propio pie sin antes haber estado, adentrarse en la laberíntica Medina lleva a la pérdida del viajero y a las vueltas y más vueltas para llegar a un punto que parece que nunca va a encontrar. Por suerte, el chico que nos estaba esperando en el Riad vino a recogernos a la parada de taxis.
La llegada al Riad fue bastante caótica al caminar por las callejuelas y, por qué no decirlo, nos asustamos bastante al ver que nos metíamos por callejuelas que llevaban a callejones sin salidas, haciéndonos dudar sobre la calidad del Riad gracias a nuestra ignorancia, pues uno de los encantos de los Riads es su ubicación, cosa que desconocíamos.
En Europa, pocos son los alojamientos de una calidad media alta cuya localización se encuentra en cascos antiguos, callejuelas, laberintos, callejones sin salida y algo deteriorados. De ahí nuestra preocupación.

La GRAN SORPRESA vino tras abrir la puerta. 

Velas encendidas por el suelo, silencio, buen olor y dos personas del servicio esperándonos con la mejor de sus sonrisas. En el centro un pequeño jardín - terraza, con plantas y una pequeña piscina para refrescar los pies en la "calurosísima" estación veraniega marroqu, en la que superan los 45ºC.
Este patio hace de hall, punto de reunión y de encuentro con el personal del Riad... y une la escalera que lleva a las habitaciones con la sala de descanso y la sala comedor.


Nos acompañaron a nuestra habitación, la de arriba de todo, justo en la terraza del edificio.
Donde se levanta la habitación justo delante de unas mesas, sofás, hamacas... Todo pensado para disfrutar del tiempo de descanso y relax en Marruecos.

Las habitaciones de los Riads suelen ser algo especiales, no teniendo puerta en el baño ni en la ducha, solo una pequeña pared que no llega al final por ninguno de los extremos dejando la compuerta siempre abierta, por un lado hacia el lavabo y por el otro hacia la ducha, separado entre ellos por una pequeña pared.
La mujer, que se encargaba de las tareas para hogareñas, nos preparó una cena de lo más especial típica de Marruecos: ensaladas variadas marroquíes, tajines de pollo al limón acompañado de couscous y verduritas, crepes con mermelada de albaricoques y té de menta. Aderezado con un vino de la zona, bastante bueno.
¡Y un millón de detalles cuidados! Velas, chimenea encendida, servicio durante la cena sin faltar de nada, música... en una sala, solos, sin nadie más.
Un gustazo.
El desayuno al día siguiente, tras haber dormido más que bien, siguió la misma línea: café recién hecho (y bueno!no del que suelen poner en muchos hoteles aguado...), zumos de naranja recién exprimida, pasta de chocolate, pan con mantequilla y mermelada, crepes, yogur casero y té.
Completo.

Por otro lado, se encargaron de todo a lo referido a las excursiones, cosa que nos evitó perder tiempo en ir a tiendas o paraditas que ofrecían lo que buscaban y sobretodo en regatear el precio justo.
No hizo falta repetir dos veces lo que buscábamos, el primer día comentamos que queríamos ir a Essaouira y Ait Ben Haddou y, al día siguiente, el propietario del Riad (un inglés que se lo ha sabido montar muy bien) nos hizo las propuestas que nos parecieron muy bien, tanto por el precio como por la comodidad en lo que ofrecía, ya que se encargaron de reservarnos taxis, autobuses de una calidad máxima, chófers... Todo para que saliera a la perfección.

Quisimos experimentar un auténtico Hammam... Cosa que comentaré en un futuro post. También se encargaron de todo: de comprarnos jabón negro, champú, prepararnos toallas, comprarnos ellos mismos los tickets de entrada para evitar que nos estafaran en el precio...Y como no, nos acompañaron a la entrada del Hammam para que no nos perdiéramos. Muy valiosos los consejos que nos dieron, ya que sin ellos seguramente nos habrían tomado el pelo en ese instinto de negocio que tan arraigado tienen...

Un auténtico lujo en el centro de Marrakech, de lo más recomendable.
Optar por un Riad es la mejor elección de alojamiento que uno puede escoger. 

Un placer.

Peace, L*.



No hay comentarios:

Publicar un comentario