El clima sigue su curso, no le importa nada, si tiene que hacer calor... hace calor, si tiene que llover, llueve y si tiene que nevar, nieva. Pese a quien le pese.
Y llega el otoño con su afán de bajar las temperaturas, de empezar con las lluvias, obligándonos a sacar la ropa del armario que supuestamente va a abrigarnos en estos días fríos que están por venir.
Odio el frío.
Odio pasar frío. Me abrigo. Me compro jerserys, botas, abrigos... Pero aún así estoy fuera de lugar, el ambiente se enrarece, se vuelve algo hostil... Y es que nada que ver con los meses de verano, donde la gente sale a la calle con poca ropa, donde vamos a la playa a bañarnos pues es la mejor de las soluciones para mitigar el sofocante calor y bochorno de esta ciudad... Donde la gente es feliz en las terrazas de los bares tomando algo con amigos...
El otoño, antesala del invierno, ha venido. LLueve sin parar desde hace días.
Vino hace mes y medio.
Pero hace mes y medio que estaba escondido, haciéndonos el flaco favor de alargar el verano para de repente llegar y por todo lo alto. Frío, lluvia, las primeras pequeñas inundaciones, las primeras heladas.
En definitiva:
Los primeros costipados.
C'est la vie.
Peace. L*
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